En los últimos días, mucho hemos oído de gobernantes que, ante su incapacidad, culpan a Enrique Peña Nieto de que las reformas políticas, laboral y de seguridad nacional no se hayan aprobado en la Cámara de Diputados.
Para todo aquel que entienda un poco de política mexicana, entenderá que esto se trata solamente de excusas por parte de otros actores, que ante los fracasos de sus gobiernos quieren culpar al gobernador Enrique Peña Nieto.
“Quienes así lo piensan traen la brújula perdida”, dijo Peña Nieto dijo hoy en Temascaltepec.
Claro. Peña Nieto es una figura popular, visible, y es un blanco muy fácil; hay miles de personas dispuestas a creer lo que sea, que sea malo, por supuesto, de Peña Nieto; la cultura del morbo, le llaman.
Por eso, Peña Nieto respondió a todos aquellos a los que les parece fácil culparlo a él por los errores de otros: "No voy a caer en provocaciones ni en este juego de dimes y diretes que sólo muestran desesperación de algunos. Sería mejor que quienes tienen responsabilidad en el servicio público que la asuman plenamente, y no traten de justificar su incapacidad para llegar a acuerdos”.
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